Estructura de paridad, longevidad y estrategias de eliminación: El ABC en la gestión del hato reproductor
El potencial genético de las hembras porcinas contemporáneas es innegable, dado que exhiben una destacada hiperprolificidad, reflejando un significativo aumento en su desempeño reproductivo en las últimas décadas. Sin embargo, este potencial a menudo no se aprovecha completamente debido a diversos factores de manejo específicos de cada granja, lo que impide la optimización consecuente de los resultados productivos.
La longevidad de las cerdas ejerce un impacto significativo en la rentabilidad de las granjas porcinas. Esta variable representa el período durante el cual una cerda permanece en el hato antes de ser eliminada, ya sea por una decisión voluntaria (edad avanzada y/o mala producción), involuntaria (fallas reproductivas, pésima condición corporal, cojeras graves, ausencia de celo, entre otras), o debido a su muerte. Cuanto más tiempo permanezca una cerda en el hato, mayor será la oportunidad de recuperar el costo inicial de inversión, principalmente relacionado con el valor genético de la hembra. Además, las cerdas con mayor longevidad tienden a tener camadas más numerosas y de mayor peso, experimentan menos días no productivos, poseen un sistema inmunitario más robusto y reducen los costos de reemplazo. Por el contrario, una menor permanencia en el hato implica un menor beneficio total, ya que menos tiempo de producción significa menos lechones criados durante su vida útil.
La tasa de reemplazo, que involucra la decisión de retirar una hembra específica del hato y sustituirla por una nulípara, requiere un profundo entendimiento de diversas consideraciones económicas, productivas y biológicas para su correcta definición. Además, se presentan desafíos adicionales como los objetivos genéticos a largo plazo, la aspiración de intensificar la producción y las fluctuaciones en los mercados nacionales e internacionales, lo que complica aún más esta toma de decisión.
En teoría, idealmente una hembra de reemplazo debería permanecer en el hato hasta que se recupere la inversión que representa o hasta que haya generado un beneficio suficiente para cubrir su costo. Sin embargo, en la práctica y de manera general, el 40-50% de las cerdas suelen ser reemplazadas antes de su tercera o cuarta paridad ¿Es esto lo más adecuado? ¿Es un indicador de eficiencia en la gestión o de posibles deficiencias en el manejo reproductivo?
En este contexto, para optimizar la estructura de paridad de una granja porcina, es esencial analizar cuatro aspectos clave: la disponibilidad de nulíparas, la tasa de selección de nulíparas, el cuidado individual de las hembras y las estrategias de eliminación.
- Disponibilidad de nulíparas:
Mantener una tasa de reemplazo anual óptima del 45-55% requiere que el tamaño de la multiplicación represente entre el 10% y el 12% del inventario total de cerdas productivas. Este porcentaje establece la base para incorporar al hato la cantidad necesaria de nulíparas mediante un manejo y selección eficientes.
- Selección de nulíparas:
Una selección adecuada aumenta la probabilidad de retener hembras productivas durante períodos prolongados, mejorando su longevidad. Idealmente, las nulíparas deben haber tenido al menos un celo detectado antes de los 195 días de edad y ser servidas durante el segundo celo a una edad entre 200 y 225 días, con un peso entre 135 y 160 kg. Además, deben contar con un plan de inmunización adecuado y estar libres de defectos de conformación.
- Cuidado individual de las hembras:
La capacitación del personal para detectar tempranamente problemas que afecten la productividad y el bienestar de las hembras es fundamental. Inspecciones y tratamientos individuales diarios en todas las cerdas del hato ayudan a prevenir la mortalidad de manera significativa. Un número de tratamientos que represente menos del 1% o más del 4% del total de cerdas del plantel puede ser indicativo de problemas de manejo.
- Estrategias de eliminación:
La eliminación de hembras debe verse como un recurso u oportunidad para eliminar aquellas que no demuestran una productividad adecuada o que pueden generar problemas en el futuro, ya sea debido a su edad avanzada, problemas reproductivos u otras causas. Es crucial establecer un protocolo riguroso que se cumpla estrictamente, asegurando que no comprometa la cubrición semanal de la cuota de servicios (o cuota de monta) establecida según el flujo de producción de cada granja.
Basándonos en toda esta información, se puede afirmar que identificar la edad promedio óptima de reemplazo voluntario constituye un desafío notable, dado que está influenciada por numerosos factores biológicos y económicos que varían tanto temporal como geográficamente. Según diversos estudios y las consideraciones de empresas de genética porcina, esta edad se sitúa generalmente entre la cuarta y quinta paridad.
Por otro lado, las estrategias de eliminación, estrechamente relacionadas con este concepto, deben ser objeto de un análisis cuidadoso. La eliminación temprana reduce la oportunidad de que una cerda genere rendimientos que superen el costo de reemplazo. Por su parte, la eliminación tardía puede afectar la rentabilidad cuando los ingresos de las paridades adicionales no pueden compensar la disminución en la producción.
Por último, el desarrollo y mantenimiento adecuado de las cerdas de reemplazo hasta que completen la segunda paridad, así como la optimización del desempeño reproductivo a partir del tercer parto, son aspectos fundamentales para reducir el impacto y costo de la mortalidad en la granja. La implementación de un eficiente plan de selección de nulíparas permite aspirar a alcanzar una tasa de retención del 85% hasta la quinta paridad y contribuir a lograr una edad media del hato de paridad 3.5, lo que representaría un beneficio económico considerable para cualquier granja porcina.
Referencias
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