¿Cómo reconocer los parámetros de calidad de agua?
La relevancia del agua y su capacidad para generar impactos significativos, a menudo son subestimados en la industria avícola, a pesar de ser un elemento clave para la producción.
Más que una simple fuente de hidratación, el agua es un elemento que participa en muchos procesos fisiológicos de las aves. Es crucial para regular la temperatura corporal, promover una digestión eficiente, transportar nutrientes y eliminar desechos (Fairchild & Ritz, 2009, Jafari et al., 2006). Las aves consumen entre 1.6 a 2 veces más agua que alimento en peso, destacando así su importancia como factor crítico que no solo influye en la salud y el rendimiento de las aves, sino también en la calidad y seguridad de los productos avícolas para consumo humano.
Por lo tanto, mantener altos estándares de calidad del agua en las operaciones avícolas es esencial para garantizar la producción de aves sanas y productos avícolas seguros y de alta calidad.
¿Pero qué define realmente un agua de calidad?
Al hablar de calidad del agua, se deben considerar diversos parámetros que la afectan. Entre las características de importancia se encuentran la dureza, el color, el pH, la presencia de sólidos, microorganismos, metales, turbidez, alcalinidad, entre otros. Se ha constatado que la presencia de bacterias, hongos, minerales y aditivos en el sistema de agua y las líneas de bebederos dificultan las prácticas de manejo eficientes destinadas a lograr un rendimiento óptimo (Oviedo, 2006).
Dado que el agua es el principal insumo en la producción avícola, sus propiedades bacteriológicas y físicas-químicas deben seguir ciertas normas para no afectar adversamente el rendimiento zootécnico de las aves de corral.
A continuación, se definen define algunos conceptos relacionados con la calidad del agua y sus posibles efectos en las aves:
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El pH ideal del agua proporcionada a aves de corral ronda los 6.0 y 7.3, sin embargo, un lote puede tolerar un rango de pH de 4 a 8. Niveles de pH > 8.0 pueden provocar desórdenes gastrointestinales, promover el crecimiento bacteriano, y afectar la efectividad de vacunas y desinfectantes. Así también, niveles de pH ≤ a 4,0 pueden ocasionar problemas en el consumo de agua y alimento, en el tratamiento con vacunas y en el desempeño productivo. |
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Pueden ser indicadores potenciales de la presencia de contaminantes o bien de partículas, como arcillas, arena o materiales orgánicos. |
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Niveles muy altos pueden alterar la utilización de oxígeno por parte de las aves, observándose animales decaídos con crestas y barbillas violáceas. La detección de este compuesto puede sugerir la presencia de materia orgánica en descomposición, lo que resalta la importancia de monitorear el agua en busca de bacterias. El nivel recomendado ronda < 25 mg/lt. |
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Aunque su presencia no representa un problema inmediato para la salud de las aves, puede tener un impacto significativo en la producción, ya que puede provocar obstrucciones en las tuberías al formar partículas sólidas (Fe₂O₃). Niveles muy altos provocan mal sabor y olor, además se ha encontrado evidencia que pueden causar problemas de salud ya que los pollos de engorde son vulnerables a la intoxicación por hierro (Suganya, et al., 2016). Nivel recomendado < 0.3 mg/lt. |
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Al igual que el Fe, este componente no causa un efecto negativo en la salud de las aves, puede formar partículas sólidas que pueden provocar fugas en las tetinas y obstruir los nebulizadores. Niveles muy elevados pueden actuar como laxantes. Recomendado < o.o5 mg/lt |
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La calidad microbiológica del agua está estrechamente relacionada con la salud, la viabilidad y el rendimiento general de las aves (Maharjan et al., 2016). Una carga microbiana aceptable se establece en 1,000 UFC/ mililitro, sin embargo, la contaminación con E. coli y otros patógenos transmitidos por los alimentos se considera inaceptable (Watkins, 2008). |
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La presencia de ciertas sales como el calcio y el magnesio definen el nivel de “dureza” del agua. Estos componentes suelen formar el conocido sarro que se deposita en tuberías y bebederos afectando la normal distribución de agua. También afecta la eficacia de desinfectantes y ciertos medicamentos. Adecuado, < 150 mg/lt. Se puede relacionar con la conductividad (un valor elevado de esta última puede indicar una excesiva dureza). |
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Los niveles de hasta 3000 ppm puede que no afecten el rendimiento pero pueden aumentar la humedad en las heces. |
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Niveles > 250 mg/lt pueden tener un efecto laxante. Si es acompañado de niveles altos de Mg+2 o Cl- podría verse afectada la performance productiva de las aves. |
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La alcalinidad se debe a la presencia de sustancias disueltas que neutralizan los ácidos, como carbonato, bicarbonato o sulfato de calcio. La alta alcalinidad aumenta la capacidad amortiguadora del agua (cuánto ácido puede absorber una solución sin cambiar el pH). Puede transmitir un sabor indeseable al agua. |
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Capacidad del agua para transmitir corriente eléctrica, está relacionada con la presencia de sales disuelta (a > presencia de electrolitos > capacidad para transmitir) |
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Es el remanente de cloro que queda luego de que parte de este reaccione en el proceso de desinfección. |
Resulta fundamental realizar mediciones periódicas de estos parámetros para garantizar una óptima calidad del agua para las aves, lo que ayuda a prevenir problemas de rendimiento y a mantener en buen estado los equipos e instalaciones avícolas.
Mido y ahora qué…?
Tras finalizar el análisis de todas las fuentes de agua del establecimiento, es crucial estudiar los resultados y realizar un diagnóstico completo de la calidad del agua. Esto implica evaluar detalladamente los datos recopilados para comprender plenamente su impacto en la salud y el rendimiento de las aves, así como identificar posibles áreas de mejora en el manejo del agua y su tratamiento.
Una vez determinado el perfil mineral del agua, se debe evaluar si es necesario controlar niveles elevados de uno o más minerales, y además, determinar el método más eficaz para su reducción. Este análisis y la posterior acción correctiva son fundamentales para garantizar que el suministro de agua cumpla con los estándares requeridos para las aves en el establecimiento.
En el mercado existen una variedad de filtros diseñados para tratar diferentes tipos de minerales y contaminantes presentes en el agua. La elección del tipo de filtro adecuado dependerá principalmente de los minerales predominantes en el agua que se desea tratar, así como de otros factores como el volumen de agua, el presupuesto y las necesidades específicas del establecimiento. Por ejemplo, frente a la presencia de nitratos se pueden emplear filtros de tipo osmosis inversa o de intercambio de iones.
Como regla general, ciertos filtros deben cambiarse con regularidad. Los sedimentos y otras partículas pueden provocar fugas indeseables en los nipples, lo que puede tener efectos negativos en la calidad de la cama. Además, los filtros obstruidos restringen el flujo de agua al bebedero y a los sistemas de refrigeración.
También, resulta necesario una limpieza periódica de las líneas de agua para prevenir los depósitos de minerales y de material biológico e inerte que contribuyen a reducir el flujo de agua a veces hasta en un 70-80%. El interior de éstos implementos suelen contener restos de biofilm, que son agregados de células bacterianas que producen una película adhesiva resistente a desinfectantes, que plantean desafíos para la salud de las aves (Maharjan et al., 2017). En muchas ocasiones, problemas de salud de origen bacteriano pueden permanecer ocultos en el suministro de agua, especialmente en los reguladores de presión o en las tuberías de los galpones. En tales situaciones, el uso del limpiador adecuado puede ser fundamental para mejorar significativamente la situación.
La desinfección de las líneas de bebederos ha demostrado minimizar el contenido microbiano del agua (Watkins, 2006). En un estudio llevado a cabo por Raut et al., (2024), donde se analizaron y relevaron las Unidades Formadoras de Colonia (UFC) en una granja de pollos de engorde en tres momentos diferentes: antes de purgar las líneas de agua, después de la purga, y luego de la cría el día 43 del ciclo (Figura 2).
La toma de muestras arrojó un recuento de placa aeróbica de más de 4 log10 UFC/mL antes de purgar las líneas de agua. Este recuento disminuyó a < 1 log10 UFC/mL (P < 0.05) después de la purga, mientras que se produjo un nuevo crecimiento de biofilm para el día 43 al final del período de cría, con recuentos > 4 log10 UFC/mL. Estos resultados demuestran que la purga del sistema de agua con agua desinfectada afloja las sustancias, eliminando así los biofilms desarrollados.
Se pueden emplear diferentes sanitizantes a base de químicos para purgar el sistema. Uno de los más comunes es el basado en cloro. Otra opción válida sería la utilización de un desinfectante oxidativo, con la capacidad de oxidar o robar electrones de otras sustancias (Ryther, 2014). Se ha demostrado que los desinfectantes basados en peróxido de hidrógeno son sustitutos eficientes de los desinfectantes basados en cloro. Los desinfectantes basados en cloro se están utilizando cada vez menos debido a su capacidad para reaccionar con la materia orgánica, lo que luego crea subproductos clorados que pueden causar problemas de salud (Mead, 2005).
Generalmente, para la limpieza de todos los sistemas de distribución de agua, se recomienda emplear un detergente alcalino seguido por uno ácido. Con el uso del detergente alcalino se logra eliminar los residuos de materia orgánica y con el ácido el arrastre de costras de material precipitado. Cabe recordar que los biofilms, bacterias, hongos y levaduras solo pueden ser retirados utilizando limpiadores que contengan algún producto desinfectante.
Determinar qué tipo de desinfectante utilizar en un sistema de agua se basa en el contenido microbiano y mineral y la capacidad amortiguadora del agua, esto se puede determinar utilizando el potencial de oxidación-reducción (ORP) (Tabler, et al., 2013). El ORP se explica cómo el potencial eléctrico necesario para transferir electrones de un compuesto o elemento, el oxidante, a otro compuesto, el reductor (Gómez-López, et al., 2009). Este parámetro mide la eficacia del desinfectante en el agua, sin importar el tipo de oxidante ni la combinación de la fórmula desinfectante, y otras condiciones variables del agua que puedan existir. Es un indicador en tiempo real de la desinfección y calidad de agua., siendo un valor adecuado 650 mV. Este parámetro puede medirse en diferentes puntos del sistema de agua, por ejemplo si el valor del ORP en el conducto del agua al final del galpón es menor que el valor de los conductos del frente, eso indica que los conductos no se han limpiado completamente y que seguro habrá biofilm orgánico.
Consideraciones finales
- Cualquier aumento o disminución en el consumo normal de agua de las aves podría indicar un trastorno de salud en las aves (Butcher et al., 1999).
- Es crucial realizar pruebas de calidad del agua al menos una vez al año. La frecuencia de estas pruebas dependerá de la fuente de agua analizada.
- En caso de considerarse necesario, se debe hacer un seguimiento de la calidad con mayor frecuencia; especialmente si se sospecha de una calidad microbiana subóptima del agua en la granja, para que el programa de saneamiento del agua pueda ser diseñado en consecuencia.
- Hay que considerar que altas concentraciones de sodio y de otros minerales pueden requerir cambios en la formulación de las raciones.
- Planifique con anticipación antes de tratar el agua.
- Se deben realizar enjuagues en las líneas de agua con regularidad, preferentemente entre lote y lote.
- Un agua de baja calidad puede tener un impacto significante en la salud intestinal lo cual lleva a una baja utilización de los nutrientes del alimento.
- Una mala calidad y/o suministro inadecuado de agua resultaran en menores resultados productivos, incluso si las aves consumen el mejor alimento posible.
Fuentes
Raut R., Kilonzo-Nthenge A., Aniume T., Basnet A., Watkins S., Maharjan P. (2024). Impacts of on-farm water sanitation practices on microbial hygiene in poultry waterlines and efficacy of sodium hypochlorite-based product on foodborne pathogens. Journal of Applied Poultry Research, Volume 33, Issue 3. https://doi.org/10.1016/j.japr.2024.100425.
MANNING L, CHADD SA, BAINES RN. (2007). Water consumption in broiler chicken: a welfare indicator. World’s Poultry Science Journal, 63(1), Pages 63-71. doi:10.1017/S0043933907001274
G.C. Harris, G.S. Nelson, R.L. Seay, W.H. Dodgen. (1975). Effects of Drinking Water Temperature on Broiler Performance1. Poultry Science, Volume 54, Issue 3, Pages 775-779. https://doi.org/10.3382/ps.0540775.
Lott B.D. (1991). The Effect of Feed Intake on Body Temperature and Water Consumption of Male Broilers During Heat Exposure. Poultry Science, Vol 70, Issue 4, Pages 756-759. https://doi.org/10.3382/ps.0700756.
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