Enteritis necrótica: explorando alternativas de control

campus avícola

En el pasado, el empleo de antibióticos como promotores de crecimiento ayudaba a controlar la incidencia de la enteritis necrótica. Sin embargo, con las tendencias actuales de reducir el uso de agentes antimicrobianos, el enfoque para controlar esta enfermedad ha evolucionado significativamente.

La Enteritis Necrótica (NE) es una enfermedad de gran prevalencia en los sistemas de producción avícola, la cual ocasiona daños a nivel intestinal y conlleva a una disminución en la eficiencia del uso de nutrientes, resultando en una reducción de la productividad. Se estima que las pérdidas de producción causadas por la NE, junto con los métodos de control actuales, representan un costo aproximado de seis mil millones de dólares estadounidenses al año para la industria global de pollos de engorde (Wade & Keyburn, 2015).

Es una enfermedad causada por una proliferación exacerbada de Clostridium Perfringens, una bacteria omnipresente en el medio ambiente y en el intestino de aves sanas. Ciertos factores predisponentes como parásitos y protozoos, enfermedades que afectan el sistema inmune, o cualquier cambio en la salud intestinal que resulta en un aumento en los niveles de colonización de C. perfringens podrían ser potencialmente suficientes para desencadenar el inicio de la NE (Drew et al., 2004). 

 

Daños

La NE puede presentarse en forma clínica o subclínica dependiendo del grado de severidad. La clínica es de presentación aguda con hasta un 50% de  mortandad, donde las aves se observan deprimidas, con inapetencia, deshidratadas, plumas erizadas y diarrea.

Por otro lado, la forma subclínica, aunque no presenta signos muy marcados, se manifiesta en una producción subóptima, donde baja la producción, afectando tanto la ganancia de peso, como la conversión alimenticia.

 

Factores predisponentes para la NE

La enteritis necrótica es una enfermedad que suele afectar a las aves entre los 16 y 28 días de edad. Se cree que varios factores deben coincidir para que Clostridium comience a proliferar en grandes cantidades y producir toxinas que causan daño en el intestino.

Por ejemplo, la enteritis ocurre después de la infección con parásitos Eimeria (principalmente E. maxima), especialmente cuando las aves se alimentan con dietas que contienen granos que promueven una alta viscosidad intestinal, como el trigo, la cebada y el centeno. 

Los niveles elevados de proteína y grasa animal en la dieta también se han correlacionado con la incidencia y gravedad de la enfermedad. Se cree que el exceso de producción de moco intestinal y la fuga de proteínas asociados con la infección por E. maxima y ciertas dietas proporcionan un entorno adecuado para que C.perfringens se replique y produzca toxinas dañinas.

Entonces, cualquier factor que genere un daño directo o indirecto en la función normal o la integridad intestinal va a favorecer cambios en el ambiente y la microbiota que facilitarán la aparición de este problema.

 

En busca de alternativas

El control de NE se puede abordar desde diferentes enfoques y al mismo tiempo de forma complementaria (Figura 1). Aspectos de manejo, el uso de aditivos y la aplicación de vacunas, son algunas de las alternativas.

Dentro de los aditivos alimentarios más comunes que han ganado popularidad en la industria avícola, después de la prohibición de los promotores del crecimiento antibióticos en muchos países, se encuentran los probióticos, prebióticos, simbióticos, ácidos orgánicos, aceites esenciales, enzimas, inmunoestimulantes y fitogénicos (como hierbas, aceites esenciales, oleorresinas, entre otros). La mayoría de estos aditivos tienen efectos amplios que no se centran específicamente en C. perfringens, sino que influyen de manera más general en la salud y la integridad del intestino, la microbiota intestinal y/o la competencia inmunológica de las aves. Además, muchos de estos aditivos tienen efectos superpuestos e interconectados, lo que significa que los beneficios para la salud o la mitigación de la NE pueden lograrse de diversas maneras y con una variedad de productos (Granstad et al., 2020).

Por ejemplo,  los ácidos grasos de cadena corta, como el butirato, pueden beneficiar la salud intestinal al proporcionar energía a las células intestinales y promover el desarrollo de una microbiota beneficiosa. Además del suministro directo de butirato en el alimento, los prebióticos pueden aumentar los niveles de butirato al proporcionar sustratos para su producción por bacterias intestinales. También se pueden usar bacterias productoras de butirato como probióticos o algunos fitobióticos pueden promover su crecimiento. Estos efectos combinados sugieren que la combinación de diferentes productos, como los ácidos grasos y los fitobióticos, puede ser beneficiosa para la salud intestinal y la resistencia a infecciones como la causada por C. perfringens (Moore, 2024).

Dentro de las prácticas de manejo, se pueden mencionar variedad de factores que deberían contemplarse para evitar la incidencia de la NE en la parvada; tales como el diseño de los galpones, el control de ambiente dentro de ellos, la densidad de animales, las condiciones de la cama, hasta la formulación de las dietas y calidad de agua. Sin obviar, un manejo adecuado de la bioseguridad dentro de la granja. 

Desde hace tiempo se conoce que la composición y la forma física del alimento pueden influir significativamente en la susceptibilidad de los pollos a la NE (Branton et al., 1987; Riddell y Kong, 1992). Existen varios mecanismos a través de los cuales la calidad y la gestión del alimento pueden predisponer o proteger contra la NE. Las propiedades físicas del alimento, como el tamaño de partícula, junto con las características del quimo resultante, como la viscosidad y el pH, pueden alterar el tiempo de tránsito a través del intestino y los niveles de oxígeno, creando condiciones propicias para la colonización y proliferación de C. perfringens (Moran, 2014).

Y finalmente, el último enfoque de métodos de control seria es a través de la vacunación. Se han reportado muchas vacunas experimentales contra NE, pero actualmente solo se comercializa en ciertos países, una vacuna viva vectorizada por Salmonella, que proporciona antígenos de alfa-toxina y NetB (Wang et al., 2022). 

Dado que la NE suele ocurrir en aves jóvenes, aproximadamente a las tres semanas después de la eclosión, hay pocas oportunidades para administrar vacunas contra la NE mediante la ruta de inyección tradicional para proporcionar protección en este período de mayor vulnerabilidad. La vacunación convencional inyectable con adyuvantes de pollitos se ha utilizado frecuentemente en investigaciones dirigidas a identificar antígenos protectores, pero este método de administración no es comercialmente viable en la mayoría de los países, por lo que se necesitan métodos de aplicación masiva efectivos. En los lotes comerciales de pollos de engorde, los enfoques alternativos de vacunación más adecuados para la entrega de vacunas contra la NE incluyen el uso de vectores vivos con aplicación mediante pulverización o en alimento/agua en la incubadora, la vacunación in ovo y la vacunación materna de las reproductoras. Las vacunas convencionales inyectables contra la NE podrían utilizarse para la vacunación materna de las gallinas reproductoras de pollos de engorde, ya que hay evidencia de que los anticuerpos maternos pueden proteger a los pollos en crecimiento alrededor del período crítico de tres semanas cuando son más vulnerables a la NE (Keyburn et al., 2013a).

 

Consideraciones finales

  • Buenas prácticas de manejo y crianza animal son los puntos de partida para controlar la amenaza de la enteritis necrótica (NE) (Tsiouris, 2016). 
  • Aves saludables, buenas condiciones ambientales y bioseguridad garantizan que las aves sean lo más robustas posible y menos susceptibles a la NE que las aves criadas en condiciones subóptimas.
  • Los productos probióticos tienen amplios efectos positivos y variados en la salud avícola y la resistencia a la infección por C. perfringens.     
  • Comprender los factores predisponentes de la NE para implementar estrategias de manejo y alimentación que reduzcan la incidencia de la enfermedad.

 

Fuentes:

https://www.scihttps://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2405654523001610#bib2

encedirect.com/science/article/pii/S0032579122000013?via%3Dihub

https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2405654523001610#bib2

https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1056617119304209

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